Uno de los niños que vive en esta pequeña y humilde aldea de pastores en las montañas de Lalibela me ofreció uno de los sombreros que los pastores usan para el invierno. Me sentí muy bien por comprar una hermosa artesanía de las manos del que las hace y no de una tienda de souvenirs que especula y abusa del trabajo de estas personas. La cola es de caballo y el resto de oveja, a lo que aún huele mi mochila...
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